lunes, 2 de agosto de 2010

Mi recompensa eres tu

Señor, gracias por tu gran amor
por tus bendiciones, por sostener mi vida
y guiarme por sendas de justicia.

Gracias por hablar a mi vida,
con dulces palabras de salvación,
que hacen que mi condición se transforme.

Por amor a ti mismo lo haces,
pues lo has dicho de tus propios labios,
que no quedará sin recompensa aquel quien busca de tí.

Tu eres mi recompensa mayor,
tesoro de mi vida, aliento de mi corazón,
puede que me falte el aire, pero por favor, no me falte tú.

Oh Señor de toda bondad,
Señor de los ejercitos.

Te entrego mi descendencia Señor,
te pertenece,
Te entrego mi vida,
Trae la paz a nuestros corazones.

Amén.